Primero fueron los hutíes de Yemen, el grupo armado que se sumó a la tregua de Gaza mientras duró y ya ha hecho sonar dos veces en las últimas 48 horas las sirenas antiaéreas en una amplia franja de Israel, incluidas Jerusalén y Tel Aviv, por el lanzamiento de misiles balísticos que fueron interceptados. El jueves, Hamás reanudó el lanzamiento de proyectiles, apuntando a Tel Aviv, donde las alarmas no sonaban desde octubre por una amenaza originada en Gaza. Y este sábado se ha sumado otro frente con los primeros cohetes salidos de Líbano desde el 2 de diciembre, cuando se produjo un ataque que supuso un excepción al alto el fuego firmado en noviembre entre Israel y Hezbolá. Las lanzaderas de este sábado son apenas estacas de madera y no han causado daños.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha ordenado una respuesta “fuerte” y el ejército ha lanzado decenas de bombardeos en el sur del país, que han causado al menos dos muertos, según el Ministerio de Sanidad libanés. El ministro israelí de Defensa, Israel Katz, sugiere que los ataques llegarán también a Beirut, como hace cuatro meses.
Hezbolá ha negado haber lanzado los cohetes, ha reafirmado su “compromiso con el acuerdo de alto el fuego” y mostrado su apoyo al Estado para “abordar la peligrosa escalada sionista contra Líbano”. Salvo el caso de los hutíes, que son los que más han ido manteniendo el pulso, los ataques contra Israel están siendo medidos, en una nueva muestra de la capacidad del Gobierno de Netanyahu para bombardear Gaza sin generar apenas respuestas políticas o militares, dado el enorme desequilibrio de fuerzas, el apoyo cerrado de EE UU y la debilidad estratégica de Irán, que arma a sus milicias leales en la región.
Los cinco cohetes desde Líbano iban dirigidos contra Metula, una localidad israelí justo en la frontera, con trasiego de tropas y apenas civiles. Ya estuvo bajo fuego constante de Hezbolá durante el año de guerra de baja intensidad que mantuvo con Israel desde el día siguiente al ataque de Hamás, el 7 de octubre de 2023.
Según el ejército israelí, solo tres de los proyectiles cruzaron a su territorio (y fueron interceptados), mientras que los otros dos cayeron en suelo libanés, lo que apunta a material poco avanzado. Las Fuerzas Armadas libanesas anunciaron poco después el hallazgo de tres lanzacohetes “muy primitivos”. La foto que han difundido muestra apenas unas estacas de madera clavadas en el suelo para apoyar el proyectil. Estaban al norte del río Litani, es decir, fuera de la zona que vigilan los cascos azules de la ONU y donde se centra el despliegue militar para controlar a Hezbolá. Los soldados los desmantelaron y “tomaron las medidas necesarias para controlar la situación en el sur” del país. No se ha informado de víctimas ni daños materiales.
El primer ministro libanés, Nawaf Salam, ha pedido evitar una escalada en la frontera que “arrastre al país a una nueva guerra” cuando aún se está lamiendo las heridas de la destrucción y los desplazamientos masivos que causó la anterior con el partido-milicia chií, entre septiembre y noviembre de 2024.
Israel desconfía de la capacidad de las Fuerzas Armadas nacionales para impedir el rearme de Hezbolá y sigue vulnerando a diario el alto el fuego, con bombardeos puntuales. Además —y al igual que en Siria, donde ha invadido nuevo territorio tras la caída del régimen de Bashar El Asad—, el ejército israelí ocupa ilegalmente suelo libanés. Desde el pasado enero, mantiene tropas en cinco puntos estratégicos de sur de Líbano, vulnerando el alto el fuego que había firmado y que obligaba a una retirada completa de las tropas que invadieron el país en octubre. Se quedarán “indefinidamente”, afirmó la semana pasada Katz.
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Source: elpais.com