David Álvarez, biólogo: “No se debería pescar ningún salmón, hacerlo es condenarlo a la extinción”

Ha pensado muchas veces en tirar la toalla. “Parece que vivo en el día de la marmota”, dice David Álvarez (Oviedo, 57 años), doctor en Biología y profesor de Zoología en la Universidad de Oviedo, que estudia a los salmónidos desde hace más de 25 años. Pero no lo ha hecho y sigue divulgando, investigando y advirtiendo sobre la “dramática” situación del salmón atlántico. La bajada de la especie, que regresa del mar cada año para reproducirse en los cauces donde nació, ha sido drástica: en los años cincuenta del siglo pasado se pescaban 10.000 salmones en los ríos de la península Ibérica y en la actualidad no se llega a los 500.

La única forma de parar la sangría y “quizá, solo quizá”, , sería dejarlo de pescar, “vedar todos los ríos”, advierte Álvarez. No se comería nunca un salmón salvaje que está agonizando. Pero el escenario es otro: la temporada acaba de empezar y ya se han capturado los primeros ejemplares, los famosos campanu, que se subastan por altas cantidades. Este sábado el de Asturias alcanzó los 10.100 euros.

Pregunta. ¿Qué le llevó a interesarse por el salmón?

Respuesta. Fue por casualidad, empecé la tesis sobre salmónidos en 1998 dentro de un proyecto europeo para estudiar los impactos de repoblaciones y escapes en las poblaciones salvajes. A partir de ahí me fui interesando y comprobé cómo año tras año había menos. Cuando empezamos a grabar imágenes en 2009, que luego incluimos en un documental, era relativamente sencillo verlos, pero luego nos íbamos muchos días de vacío, incluso en ríos muy salmoneros como el Sella.

P. ¿Cuál es la situación del salmón?

P. ¿Y en el resto del mundo?

R. El declive es generalizado en toda el área de distribución de la especie, en las dos vertientes del Atlántico, la norteamericana y la europea. Se considera que las poblaciones de la costa de Canadá y Estados Unidos han llegado a su límite y son irrecuperables. En los países del norte de Europa está algo mejor, por ejemplo, en Islandia, pero en otros de gran tradición salmonera, como Escocia, ya empiezan a detectar un descenso muy acusado, que ha motivado que en muchos de ellos se haya restringido la captura.

P. ¿Qué está causando el declive?

R. Son muchas causas. Las presas y azudes en los ríos, insalvables para un salmón, o los efectos del cambio climático que se acentúan en la península Ibérica, donde el aumento de temperatura en un río tiene peores efectos que en otros más fríos. También se topan con la contaminación, la sobrepesca, la construcción de escolleras que elimina el bosque de ribera y provoca que el agua avance con más fuerza y reduzca los lugares para desovar. Si no cuidas el río, donde pasan sus primeros años de vida, mal empezamos.

P. ¿Es tan dañina la pesca deportiva en los ríos?

P. Quizá la solución estaría en la pesca sin muerte.

R. En este estado no creo ni que se deba permitir la pesca sin muerte, devolviendo el pez al río. Imaginemos que se hubieran autorizado a los cazadores, para quitarles el mono a disparar, dardos anestésicos a los linces cuando se estaban recuperando y luego soltarlos otra vez. Nadie se lo plantearía, ¿verdad?

P. ¿Qué medidas está adoptando la Administración?

R. Las que se adoptan no funcionan, como demuestran los datos, y además, son contraproducentes. Actualmente, se repuebla con individuos que se crían en piscifactoría, proceden de ejemplares adultos cuando entran del mar. Es un método que no les permite adaptarse a la vida salvaje y cuando se sueltan en el río, a pesar de ser miles, la mortalidad es muy superior a la natural. También se mata a sus depredadores, principalmente cormoranes. En Asturias se ha acabado con 4.000 desde que la medida entró en vigor hace 20 años. También hay cupos de pesca, que se establecen teniendo en cuenta cuántos salmones llegan. Tiene lógica si se hiciera bien, pero son tan absurdos que en Asturias, por ejemplo, permiten la captura de 650 ejemplares, los mismos que el año pasado en el que no se llegó a pescar ni 400. En el Esva se autorizan 20 salmones por temporada, y normalmente no se pescan ni cinco, hay años de uno.

P. ¿Cuál sería la gestión correcta?

R. Escuchar a los investigadores y dejar de considerar al salmón como un recurso electoral y económico, poner por delante su importancia como especie. La Administración asturiana tiene estudios científicos encima de la mesa en los que se desaconsejan las actuaciones que está realizando y que recomiendan la veda, pero no se atreven. Lo que se está haciendo en el río Bidasoa, en Navarra, es la única esperanza. A ellos no les tembló el pulso cuando decretaron el cierre de la pesca y llevan ya tres temporadas, a pesar de las críticas. Vieron los números y decidieron que había que parar hasta que la población no mejore. Marcan todos los individuos, estudian la especie hasta la saciedad y están obteniendo datos importantísimos.

P. ¿Hay conciencia social de cómo se encuentra la especie?

R. Es verdad que empieza a haber un poco de conciencia, yo conozco a pescadores que están muy preocupados, algo que antes era casi imposible, pero creo que llegamos tarde, habría que tomar una medida tajante ya.

P. ¿Qué le parece que se subaste el primer salmón de la temporada por miles de euros, el campanu?

P. Hay denuncias de ventas ilegales.

P. ¿Se comería usted un salmón?

R. Un salmón salvaje no, nunca, dada su situación. Uno de granja, me lo podría comer.

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