Cómo Hansi Flick aprende a tomar el control: el técnico discreto que domina la escena

Después de ordenar a todos sus jugadores que se marcharan a celebrar el título de la Liga al vestuario del estadio del Espanyol —al que derrotaron por 0-2 para ganar el campeonato—, Hansi Flick cedió el protagonismo a la plantilla. Se quedó en un segundo plano, sin más focos que cuando se dejó mantear por sus muchachos y que una conversación distendida con Joan Laporta sobre el distinto trato que le propició la plantilla: a uno, discreto, lo buscaron para elevarlo por el aire; al otro, omnipresente, lo encontraron para mojarlo. “Su relación con Jan explica cómo Hansi entendió el club. Con un presidente demasiado presente, Flick siempre mantuvo distancia. Laporta nunca le cuestionó nada”, explican desde la directiva.

Igual de cálido con los periodistas que con los aficionados, ciudadano ejemplar del barrio de Sant Gervasi, Flick ha sido impenetrable. “En la intimidad ya puede hablar en castellano, pero prefiere manejarse en inglés”, cuenta un empleado. Es su manera de mantenerse presuntamente aislado, cuando sabe que no lo está.

De entrada, reinaron las reglas claras. A jugadores como Koundé, Iñaki Peña y Fort se los sancionó por llegar tarde a tiempo a las charlas técnicas. Después, tejió un contacto individual. A Ansu Fati, por ejemplo, le preparó un vídeo motivacional tras el mercado de invierno; mientras que, a jugadores como Araujo y Eric García, habituales suplentes, siempre les fue honesto y claro respecto de sus intenciones. “No puedo quejarme de nada. Siempre me fue de cara”, le comentó el uruguayo a su entorno.

Solo nueve jugadores disputaron más del 50% de los minutos. Es decir, más de 2.610 minutos. Flick, por su parte, no lo analiza de la misma manera. “Tenemos a 17 o 18 jugadores enchufados”, comentó. Y, según refuerzan desde el área deportiva, bastaba con ver la calidad e intensidad de los entrenamientos para refrendar la tesis del técnico. “Por más buen ambiente que haya en una plantilla, los suplentes siempre quieren jugar más. Es normal”, concluían desde la dirección deportiva.

Más allá de Lewandowski, un tipo solitario hasta que apareció Szczęsny, el grupo azulgrana siempre se ha mostrado unido. Pocos ejemplos más claros que el paseo público en bicicleta de Olmo, Eric, Iñigo y Pedri tras ganar la Liga para visitar a Ferran Torres, operado de apendicitis en el Hospital de Barcelona. También hay otros menos virales, como los consejos de vida de Araujo y Raphinha a Lamine o el apoyo incondicional de Balde a Ansu Fati. “En el vestuario hay un ambiente especial. Se cuidan entre ellos y eso me encanta”, concluye Flick.

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