El PSG reduce a la nada al Atlético

El PSG de Luis Enrique pasó por encima del Atlético de Diego Pablo Simeone y lució galardón en la primera defensa que hizo de su reciente condición de campeón de Europa. Si ambos equipos responden a la etiqueta de equipo de autor, el preparador asturiano le dio un repaso a su colega. Una tunda de cuatro goles en toda regla por superioridad manifiesta ante un Atlético que pareció simular que su guerra es otra, la de la segunda plaza del grupo. Eso sí, viajará a Seattle para medirse al equipo local con la soga al cuello y la deshilachada imagen que ofreció en su estreno en el Mundial de Clubes.

Con ese equipo redondo que ha cuajado Luis Enrique y le ha entronizado como campeón de Europa, el Atlético fue zarandeado a todo campo. Vitinha ejecutó ese saque inicial con destino al fuera de banda para buscar la presión en las inmediaciones de Oblak. Una aberración para el purismo, una cuestión de pragmática para los entrenadores que lo consideran un recurso. El registro ha recuperado la modernidad del libreto del Milan de Fabio Capello, que en ocasiones lo hacía con la patada larga del portero. Un mensaje claro de que la presión adelantada es el maná de este PSG como también lo fue en la selección española en la era Luis Enrique.

La propuesta redujo al Atlético a la nada después de que Julián Alvarez probara con un lanzamiento curvo en un libre directo. A partir de ese momento se remarcó distancia técnica, física y táctica que ahora mismo tiene el PSG sobre el Atlético. Vitinha hacía carburar a su equipo con ese estilo fino que impone. Los partidos del PSG se juegan a lo que él quiere. Ya sea con posesiones largas o en transiciones rápidas. El menudo centrocampista luso se ha hecho un hueco en el podio de mejor centrocampista europeo junto a Rodri y Pedri. Kvaratskhelia, la última pieza que engranó Luis Enrique con su fichaje en el mercado de invierno, comenzó a bailar a derecha y a izquierda. El georgiano le ha dado al PSG una variedad de repertorio nacida de su inventiva que ahora mismo es impagable para sus compañeros y su entrenador. Suya fue la primera amenaza a Oblak con el ligue de un regate y un disparo. La jugada venía de un robo de pelota la primera vez que el Atlético trató de salir jugando por el costado de Galán y Lino. Se imponía el PSG en todo. Si había una disputa de la pelota, sus jugadores se imponían y los del Atlético comían hierba porque salían rebotados. No tenía medio pase el equipo de Simeone, enclaustrado bajo la intensidad del PSG para recuperar la pelota. Mal asunto para De Paul y Barrios, que en partidos como este tienen que ser los que le aclaren el juego al equipo.

No tardó el PSG en abrir la lata, que era la única resistencia que ofrecía el Atlético. Doué flirteó en paralelo a la frontal del área, combinó con Ramos y este hizo de pivote para ceder la pelota atrás. Fabián la engarzó con un zurdazo raso que estampó el costillar de Oblak contra la hierba para nada. El balón se coló ajustado al palo.

El calor obligó a la pausa de hidratación, pero el Atlético siguió con su insolación. Débil para la faena y patoso para la recreación. Y cuando parecía que una ocasión de Griezmann podía rehabilitarle, Vitinha rajó el centro del campo rojiblanco y se presentó en el balcón del área de Oblak con tanta suficiencia que pudo elegir por dónde ajustar su disparo. Ni fútbol, ni defensa. Ese era el Atlético que pululaba por el mastodóntico Rose Bowl de Pasadena.

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