McLaren no quiere más líos en un GP de Austria donde se impone Norris

Los más de seis segundos entre el líder (Norris) y su único perseguidor (Piastri) fueron empequeñeciendo con el paso de los kilómetros y las vueltas; de forma más sutil hasta que llegó el momento del segundo cambio de gomas, y mucho más rápido después de él. Con gomas nuevas, , esa que le lleva a morder y no soltar a su presa, independientemente de que vista los mismos colores que él. Los casi cuatro segundos que había entre los dos antes del segundo paso por los garajes quedaron reducidos a menos de la mitad (1,8 segundos) cuando llegó la hora de la verdad. Un diferencial importante pero no lo suficiente como para contrarrestar el espacio que McLaren había generado desde el muro, gracias a la estrategia se supone que a propósito, para evitar una lucha fratricida como la vivida en Montreal.

La historia de McLaren está trufada de incidentes entre colegas, véanse los fuegos artificiales entre Senna y Prost, en los años noventa; y más recientemente , a mediados de la década de los años 2000, y que terminó con la salida por piernas del ovetense. En esta ocasión, los sablazos iniciales entre Norris y Piastri motivaron el arbitraje de los jefes, que no piensan comprometer la superioridad evidente que les ofrece el monoplaza más afilado de la parrilla. Este triunfo es el tercero del curso para el actual subcampeón del mundo, que puso la guinda a un fin de semana estupendo, edificado a partir de una estupenda, con más de medio segundo de ventaja. “No está mal que de vez en cuando todavía salga mi antiguo yo”, dijo Norris, el sábado, al dar ese giro de vértigo que le colocó al frente de la formación. Su teórica vulnerabilidad emocional contrasta con la escalofriante serenidad de su vecino, con quien forma el dúo más atractivo de todos.

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