El presidente de Estados Unidos, como acostumbra en esta última fase de su agresiva y volátil política comercial, publicó la carta dirigida a Bruselas en su red social, Truth. En ella advierte que esos 30 puntos no serán los definitivos si la UE decide reaccionar: “Si por cualquier razón decide [le dice a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen] aumentar sus aranceles y responder, entonces, cualquier número que elija para incrementarlos se sumará al 30% que nosotros aplicamos”, amenaza Trump, quien cierra la misiva diciendo que si la UE “abre su mercado cerrado” eliminando “aranceles y barreras no comerciales” podría reconsiderar lo anunciado en la carta.
Al rato, Von der Leyen advirtió: “Tomaremos las medidas necesarias para proteger los intereses europeos”.
En cuanto a Brasil, recibió un castigo en toda regla, un arancel del 50%, el más alto, cinco veces mayor del que Estados Unidos le había impuesto en abril. ¿El motivo? Trump considera, y así lo dejó saber en su carta dirigida al presidente Lula da Silva, que están tratando injustamente al ultraderechista Jair Bolsonaro, al que el republicano considera víctima de “una caza de brujas” por el juicio al que está siendo sometido por su presunta implicación en el golpe de Estado fallido de enero de 2023. Bolsonaro se enfrenta a una pena máxima de 43 años de prisión, cuando el Tribunal Supremo de Brasil dé a conocer la sentencia, prevista, en principio, para el mes de septiembre.
El castigo a Brasil es puramente ideológico, y no obedece a motivos comerciales: se trata de uno de los pocos países que pueden presumir de tener un superávit del lado estadounidense.
No es el caso de la Unión Europea. La de Washington y Bruselas es la relación comercial más intensa del mundo. Cada día, con datos de 2024, cruzan el Atlántico en un sentido o en otro productos por valor de 2.400 millones de euros. En total, 870.000 millones de euros el año pasado, con un déficit del lado estadounidense cercano a los 200.000 millones.
Las negociaciones con Unión Europea se encontraban a la altura de este sábado entre las más avanzadas. Los contactos fueron más intensos en las últimas semanas, pero no suficientes, según fuentes de Bruselas. Encima de la mesa estaban los aranceles del 17% que Estados Unidos propone para los productos agrícolas que importe de la UE.
La amenaza de este sábado del 30% es independiente de las demás tasas impuestas desde que Trump abrió las hostilidades con el resto del mundo: el 25% para automóviles y sus componentes, y el 50% para el acero y el aluminio. Este miércoles, un nuevo arancel entró en escena: 50% al cobre, de nuevo, previsto para el 1 de agosto. También sobrevuela la amenaza de que podrían estar a punto de caer gravámenes del 200% a los productos farmacéuticos, otra obsesión del presidente estadounidense.
Tras la lluvia de nuevas cartas, el reloj sigue su marcha: quedan 20 días hasta el vencimiento del nuevo plazo de Trump. Un corto espacio de tiempo para evitar que la relación con la UE quede finalmente definida como “asimétrica”, eufemismo que empieza a escucharse en Bruselas para sortear otro adjetivo, “desequilibrada”, más humillante para Europa.
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Source: elpais.com