Los escándalos aceleran los trabajos para una ley abolicionista de la prostitución: ¿Es viable en este momento?

Todo fue “asco”. Cuando el pasado junio los audios de la UCO desvelaron las conversaciones entre José Luis Ábalos, exsecretario de organización del PSOE, y su mano derecha, Koldo García, hablando de dos mujeres, prostitutas, como si fueran cabezas de ganado, cromos, elegibles a voluntad e intercambiables a voluntad, “asco” fue la palabra más repetida en gran parte del arco parlamentario, en público y en privado.

“Abominable negocio de la prostitución” fueron las palabras, altas, del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el Congreso el pasado 10 de julio, cuando aludió al negocio de saunas del suegro del presidente del Gobierno, que ya murió, y que la policía patriótica del Gobierno del PP usó hace 11 años para armar un caso contra Pedro Sánchez a través del .

A diputados y diputadas les pareció, en general, misógina y machista aquella conversación, y las críticas y los ataques y la palabra “putero” ―esta última más en privado que en público― se escucharon durante días. Y sin embargo, y a pesar de esa reprobación mayoritaria, ahí sigue la prostitución, con muchos acercamientos y varios análisis en los últimos años, pero nada que haya aterrizado en el Boletín Oficial del Estado.

Una comisión especial creada en 2002 para analizar la situación que trabajó durante ese y el siguiente año; también para estudiar ese contexto en aquel momento; el debate que se generó en la tramitación de la Ley de Libertad Sexual; y un par de propuestas socialistas después en la cámara baja. Y nada.

¿Y ahora? Ahora la charla misógina entre Ábalos y Koldo provocó un incendio interno en el PSOE, que aunque por fuera no se vea, o no se vea ya tanto, aún dura; y ese fuego, unido a la presión y los ataques ―en el Congreso, dentro de los socios de gobierno, en la oposición―, y al debate mediático y social, es un acelerador más para lo que la ministra de Igualdad, Ana Redondo, afirmó hace unos meses: “Me gustaría terminar esta legislatura con una ley abolicionista de la prostitución”. Porque Redondo lo dijo en marzo y ya trabajaban en ello desde hacía meses, pero lo hacen con mayor celeridad ―y hay quien dice dentro del PSOE que con más ahínco― desde esos audios de la UCO.

Pero ¿es factible? Porque, hasta ahora, no lo ha sido. Y a partir de ahora, la coyuntura de la legislatura limita las probabilidades de llegar hasta el final de la tramitación parlamentaria. Más en el caso de una norma .

En febrero de 2019, en el primer pleno del Congreso después de convocar elecciones, a dos semanas de la disolución de las Cortes, el PSOE llevó una proposición no de ley para prohibir la prostitución que en el hemiciclo hubo a quien no sentó bien porque lo que había estado sobre la mesa era una normativa contra la trata con fines de explotación sexual, pero no sobre prostitución. Aun con ese malestar, tuvo luz verde con el apoyo de Izquierda Unida y el PP.

Después, durante la tramitación de la ley del solo sí es sí, en la última Comisión de Igualdad para cerrar el texto, el PSOE, sin avisar a sus entonces socios de coalición Unidas Podemos, presentó una enmienda sobre proxenetismo que suponía incluir de facto la abolición de la prostitución e incluía también, en sus términos, la llamada tercería locativa ― quienes ponen pisos o locales para que se ejerza la prostitución― , una figura que el propio PSOE sacó del Código Penal en la reforma de 1995, durante el último Gobierno de Felipe González.

Tuvieron que acabar retirando la enmienda porque hacía peligrar la propia ley por dos flancos. Por un lado los socios minoritarios podían retirar el apoyo al texto. Y por otro la enmienda corría riesgo de ser aprobada. El PP estaba dispuesto a apoyarla, aunque no estaba dispuesto a sumarse al resto del texto legislativo, por lo que la ley hubiese quedado bloqueada.

Solo un día después, en mayo de 2022, el PSOE presentó esa enmienda como propuesta de ley ante el Congreso porque, según afirmaron, la cuestión “no podía esperar un minuto más”. Pero era precisamente un minuto más lo que diversos partidos querían para analizar esta cuestión cuyo abordaje no es sencillo por diversas razones, entre ellas, que : cuántas son víctimas de trata con fines de explotación sexual, cuántas son sometidas por proxenetas y cuántas se prostituyen, en principio, libremente.

En aquel momento, Montero, la ministra de Igualdad, recordó que “la ley del solo sí es sí y también de trata con fines de explotación sexual como una forma de violencia machista”, y por lo tanto recogía “todos sus derechos como víctimas de violencia contra las mujeres”, desde asesoría jurídica y acompañamiento psicosocial especializado, hasta derechos económicos. Quedaban por tanto fuera del marco y como siempre aquellas que no fueran ni víctimas de explotación ni de trata con fines de explotación.

En 2023, fue el PNV quien pidió en la Comisión de Igualdad del Congreso que se creara una subcomisión para hacer un informe con datos “reales y verificables” en un plazo de seis meses y poder pensar en una ley que se ajustara a la realidad; pero PSOE, PP y Vox votaron en contra. En marzo de 2024, el Grupo Parlamentario Socialista registró en la cámara baja prácticamente la misma proposición de ley para prohibir el proxenetismo en todas sus formas, que había presentado en 2022.

Siempre han sido las distintas perspectivas sobre esa realidad no definida, y otras cuestiones más de baile partidista que de voluntad legislativa, lo que ha hecho que la Cámara nunca haya terminado de avanzar en esta cuestión. Ahora, a la derecha, y en pleno recrudecimiento de esa derecha, la posibilidad parece más que cerrada.

Y en Más Madrid, la línea es menos tajante pero parecida. Creen “legítimo y necesario preguntarse si el marco de la prohibición es el más útil, si las medidas punitivistas sirven realmente para resolver los problemas que dicen querer abordar”. Y les parece “fundamental” no olvidar que para legislar sobre prostitución las mujeres que la ejercen tienen que hablar: “No se puede legislar sobre ellas sin contar con ellas. No pueden ser las grandes ausentes de un debate que las atraviesa”.

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