España, Alemania, el Reino Unido y Francia han anunciado que participarán de la estrategia, que ha sido criticada por la ONU y organizaciones humanitarias, por ser, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), una “ineficiente cortina de humo”. Médicos Sin Fronteras añade que este sistema “pone en riesgo a la población”. Gaza se muere de hambre y el mundo chapotea para reaccionar.
Juliette Touma, directora de Comunicaciones de la UNRWA, es enfática: la única manera de comenzar a enfrentar la crisis en Gaza es “inundarla con al menos 500 o 600 camiones al día cargados con comida y otros suministros básicos”. Es el número que entraba antes de la guerra, y durante el alto el fuego entre el 19 de enero y el 18 de marzo en la Franja. Los vuelos, dice, “son totalmente ineficientes”. La cantidad que puede transportar uno es mínima frente a un camión, por un costo mucho mayor. Cada vuelo, según Touma, con unas 10 toneladas, cuesta entre 200.000 dólares (170.000 euros) y 420.000 dólares. Un camión, por su parte, puede cargar hasta 25 toneladas y cuesta unos 2.500 dólares.
Según cifras de Israel, hasta este jueves se habían lanzado 175 plataformas (pallets) con ayuda. Cada plataforma transporta alrededor de 500 kilos, según datos del Ministerio de Defensa español, lo que supone el lanzamiento en cinco días de alrededor de 87,5 toneladas. Con 500 camiones con 20 toneladas que ingresen en un día, entran a la Franja 10.000 toneladas.
Mas dice que los lanzamientos “parecen gestos simbólicos. Es una ayuda humanitaria cosmética porque no es eficaz”. Añade que ya han permitido a Israel aliviar la presión internacional que venía creciendo a raíz de los escalofriantes informes de varias organizaciones y las imágenes insoportables de niños en los huesos. Ya lo advertía el director de la UNRWA, Phillipe Lazzarini, antes de que se reanudarán los vuelos. “Los lanzamientos aéreos no revertirán el hambre. Son caros, ineficientes y pueden incluso matar a civiles hambrientos. Es una distracción y una cortina de humo”, , agregando que la UNRWA cuenta con 6.000 camiones preparados para entrar.
“En MSF agradecemos toda iniciativa que busque aliviar necesidades tan brutales de la población gazatí”, agrega, pero insiste en los riesgos.
Desde la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, que coordina los vuelos con el Ministerio de Defensa, aseguran por correo que la operación ha sido coordinada “de manera muy estrecha con las Fuerzas Militares de Jordania y con la Organización Caritativa Hachemita, encargada de supervisar el ingreso de ayuda a través de ese país”. Argumentan que “los puntos de lanzamiento de la ayuda han sido acordados por las autoridades jordanas velando por que su ubicación no ponga en peligro a la población”.
Touma señala que al no saber dónde cae la ayuda, no se puede saber quién la recoge: “Podrían ser las milicias armadas palestinas como Hamás, lo que, según Israel, justificó retirar el reparto a la ONU y bloquear los suministros por casi tres meses. Tampoco se puede priorizar a las poblaciones más vulnerables, que, explica Más, es “básicamente toda la población gazatí en este momento”, pero con especial énfasis en los menores de cinco años y las mujeres embarazadas y lactantes, así como los adultos mayores.
Lanzar cajas desde el cielo en un territorio donde dos millones de personas se mueren de hambre y donde un kilo de lentejas cuesta 23 dólares; un kilo de harina o arroz cuesta 30 y un kilo de azúcar cuesta 100, según la UNRWA, “no transmite una imagen de dignidad”, dice Mas. Y añade que la dignidad debe estar “en el corazón de la ayuda humanitaria”. Para Ranin Alzeriei, estas entregas son “una humillación”. Ella, y todos los entrevistados para este artículo, insisten en que hasta que “Israel no abra la escotilla” nada va a mejorar. “Todavía está maquinado y orquestado para que no se abra”, lamenta Mas.
Alzeriei, que es artista y en su obra ha retratado lo vivido en Gaza, incluyó entre sus últimos dibujos uno de los lanzamientos aéreos. Se ven cuatro cajas negras cayendo sobre una maraña de manos que se alzan desesperadas. “El miércoles murieron siete personas de hambre”, asegura. “Todos los días es lo mismo, la misma rutina lenta y mortal”, concluye.
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Source: elpais.com