En España hay más de 1,3 millones de piscinas descubiertas, según los datos del Catastro actualizados a 31 de julio de 2025. Es uno de los países de Europa con más piletas, aunque, paradójicamente, en días de altas temperaturas gran parte de la población lo tiene imposible para acceder a una instalación pública donde refrescarse. “Piscinas hay muchas, pero para unos pocos”, clama Ana Baena, cordobesa de 24 años ante la llegada de la segunda ola de calor. Vive en una de las ciudades más cálidas de España y en la segunda urbe con más piletas al aire libre del país, supera las 12.000, pero solo nueve son públicas. De estas, siete tienen una gestión privada y únicamente dos dependen de forma exclusiva del Ayuntamiento. El resto se encuentran en urbanizaciones, hoteles o viviendas particulares.
Hay una piscina por cada 37 habitantes en España, pero más del 90% de las mismas son de uso particular. El coordinador del área de Agua de Ecologistas en Acción, Koldo Hernández, pide que su expansión se centre en espacios públicos para garantizar la sostenibilidad y la justicia social ante un negocio en auge. Madrid es el territorio con más piletas del país, tiene 14.757 descubiertas, aunque cuenta únicamente con 25 municipales al aire libre. En Sevilla solo hay cuatro de gestión pública y en Granada, una. Faltan refugios climáticos en las ciudades donde el verano se hace cuesta arriba por el calor y la ausencia de playas.
Zaragoza es una de las pocas ciudades españolas que ofrece reducciones de precios en sus 22 piletas municipales cuando el termómetro se dispara, siguiendo el plan de protección civil. En esta urbe viven más de 680.000 personas ―casi una quinta parte de la población de Madrid―, pero este verano habrá más piscinas abiertas que en la capital en proporción a la población.
“Los descuentos ante las olas de calor deberían ser universales. Sobrevivir a las altas temperaturas es una cuestión colectiva y política”, insiste Baena, integrante de la plataforma social Córdoba Crítica. De los más de 320.000 habitantes que tiene su ciudad, menos del 1% puede bañarse al mismo tiempo a precio público, por 5,15 euros (la tarifa de adulto), en las piscinas de la Fuensanta y de la calle Marbella, con un aforo entre ambas de 2.502 personas. 315 residentes en Córdoba se quedaron al principio del verano en lista de espera para acceder a los abonos de temporada.
El descontento se traslada a la capital. Enrique Villalobos, responsable de Urbanismo, Vivienda y Medio Ambiente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), informa que el periodo estival se inauguró el 15 de mayo con cuatro piscinas municipales cerradas: Peñuelas (Arganzuela), Luis Aragonés (Hortaleza), Vicente del Bosque (Fuencarral-El Pardo) y Moscardó (Usera). Las tres primeras ya no abrieron al público por trabajos de reforma durante 2024. “No es de recibo que no estuviesen listas”, reprocha.
Ya están todas disponibles, pero los vecinos de Hortaleza sufren zonas precintadas, resbaladizas y sin césped. Y en la de Peñuelas, que no estuvo accesible hasta el 19 de julio, escasean las sombras. La ratio es de una piscina pública por cada 138.000 madrileños y cinco distritos de la ciudad siguen sin tener ni una de verano municipal. Es el caso de la zona centro, Retiro, Salamanca, Chamberí y Chamartín, lo que afecta a más de 700.000 personas.
“Esta temporada, que se prolongará hasta el domingo 7 de septiembre, contará con la totalidad de las 25 piscinas de verano abiertas, a las que hay que sumar cinco cubiertas, lo que implica que nunca ha habido una oferta como esta”, recalcan. En Granada, la situación también se complica. Solo hay una pileta municipal abierta, la del barrio del Almanjáyar, para más de 230.000 vecinos. Las 14 que llegó a tener esta ciudad ya son solo un recuerdo. En Sevilla, donde los termómetros rozan los 40 grados, el panorama no mejora demasiado. La localidad cuenta con cuatro públicas de gestión municipal, una por cada 171.000 habitantes.
En el caso de algunas localidades del Aljarafe sevillano, a 37 kilómetros de la capital, los vecinos dejan las piscinas abiertas hasta la madrugada con la intención de combatir las altas temperaturas, pero solo acceden los vecinos empadronados, así que Vázquez tampoco puede ir. Fuentes del Ayuntamiento de Sevilla informan de que se abrirá una nueva pileta pública en 2026 en el distrito de la Macarena, pero la gestión no será municipal, sino privada.
La desigualdad también se palpa en Madrid. El presidente de la FRAVM considera injusto que un empleado del Ayuntamiento “pueda refrescarse gratis por el descuento aplicado a los trabajadores del mismo”, mientras un niño que vive en la Cañada Real debe recorrer siete kilómetros para llegar a la piscina de Cerro Almodóvar, en Villa de Vallecas, y pagar 2,70 euros, la tarifa infantil. Para los adultos el coste es de 4,50 euros el día completo. “El que puede huye y el que no, sobrevive”, resume.
Le preocupan sus padres septuagenarios, que salen muy temprano a hacer la compra y ya se quedan en casa hasta el día siguiente, también sus primos: “Acaban el colegio y están deseando volver, entre semana viven encerrados. Queremos más piscinas públicas, no todos podemos irnos de vacaciones a la playa”.
María Rodríguez, de 26 años, la entiende a la perfección. Es gaditana, aunque vive en Sevilla: “Ya no intento ir a refrescarme, es misión imposible, pero hace unos días fui con mis amigas a las de los alrededores porque se podía hacer un huevo frito en el asfalto y tampoco tuvimos éxito. Una odisea en coche para acabar en casa debajo del aire acondicionado. Sentí mucha impotencia. Es violencia estructural. La gente que no tiene dinero debería poder divertirse”, denuncia.
En Madrid también faltan espacios de alivio térmico. El mapa de calor de la ciudad, publicado por el geoportal del Ayuntamiento, muestra que el parque del Retiro es un oasis en medio del desierto. La diferencia con los alrededores es de hasta cinco grados, aunque en episodios de mucho calor se cierra por el riesgo de que caigan árboles. “Las altas temperaturas pueden causar la muerte, pero en vez de hacer piscinas públicas, se fomentan las particulares y el gasto de agua, cuando Madrid camina a un paso demasiado rápido hacia la insostenibilidad hídrica”, protesta Villalobos.
En 2024, la capital inauguró dos piletas de verano municipales en los distritos de Tetuán y Barajas, las primeras construidas en la ciudad desde hacía 32 años. Hay otras que siguen en pie, pero están cerradas. Una de ellas es la famosa Stella, que abrió sus puertas en 1947 y fue clausurada en 2006. Lo mismo pasa en Córdoba, según cuenta Miguel Coca, de 26 años. Percibe una creciente privatización en su urbe. “A la piscina de Lepanto ya no se puede acceder sin ser socio del gimnasio. Antes era pública”, comenta.
De las nueve piletas abiertas al público en Córdoba, solo seis se encuentran dentro de la ciudad, lo que obliga a usar el transporte para acudir a las otras tres. “Esto limita más el acceso y favorece el colapso. El verano se ha vuelto una pesadilla. Encima, decapitan los árboles por decenas y eso tampoco nos ayuda”, denuncia Coca.
Recalcan que este ha sido el principal objetivo dentro de una hoja de ruta que también contempla habilitar nuevas instalaciones para el baño, aunque eso tendrá que someterse a estudios técnicos. La cordobesa Baena teme acabar siendo una refugiada climática si la situación empeora. “Cuando tenga la edad de mis padres no sé si podré vivir aquí. La temperatura no deja de subir y en esta ciudad no piensan en sus residentes. Cada vez hay más carreteras y menos vecinas en los barrios”, lamenta.
Considera incoherente vivir en la segunda urbe española con más piscinas. Insiste en que hubo veranos en los que los habitantes de la comarca de Los Pedroches dependían de las cisternas para recibir agua potable porque tenían un pantano seco y otro contaminado, y que las personas mayores todavía se duchan en verano con el barreño al lado para reutilizar el agua que cae: “Sabemos que es un bien preciado, aunque nuestras políticas públicas no lo reflejen”.
Baena es consciente de que no todo el mundo puede permitirse acudir a las piscinas públicas de gestión privada, que cuestan desde 6,80 euros al día hasta 27 en fin de semana. “Se complica la huida del calor. No pedimos que nos monten un Marina d´Or, lo único que reclamamos es vivir en condiciones dignas”, expresa la mujer.
María Rodríguez también sabe que la alternativa que le queda en Sevilla es recurrir a hoteles que ofrecen la posibilidad de ir a refrescarse a sus instalaciones sin necesidad de ser huésped, pero a un precio que ronda los 20 euros. Ante la necesidad, surge el negocio. Así lo han detectado también empresas como Cocopool y Swimmy. Ambas anuncian en sus páginas web la posibilidad de combatir el calor en viviendas particulares por entre 20 y 130 euros la hora en la provincia de Barcelona, y entre 18 y 102 euros al día en la Comunidad de Madrid.
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Source: elpais.com