Los ojos del mundo —sobre todo los de Ucrania y de Europa— estarán fijos este viernes en la cumbre que los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Rusia, Vladímir Putin, celebrarán en la base militar de Elmendorf-Richardson, en las afueras de Anchorage, en la costa de Alaska. La Casa Blanca, deseosa de rebajar expectativas, ha descrito el encuentro como una mera toma de contacto, en la que las decisiones quedarán para más adelante, en una posible cumbre entre Putin y el ucranio Volodímir Zelenski. Pero los gobiernos europeos y Kiev, ausentes del tête à tête, contienen el aliento. El temor es que, pese a las promesas desde Washington, el presidente ruso acabe poniendo al estadounidense de su lado. Que la charla no quede en un mero intercambio de impresiones y que siente las bases para un negro porvenir de Ucrania, sin Ucrania.
La inquietud se ha visto reforzada por las declaraciones del Kremlin y los avances rusos en el frente en vísperas de la reunión. Un portavoz de Exteriores ha recalcado estos días que Moscú continúa sin moverse un centímetro: exige la retirada de todas las provincias ucranias que reclama como propias —incluso de las zonas bajo control de Kiev—, así como el bloqueo definitivo del acceso del país agredido a la OTAN y el levantamiento de las sanciones occidentales sobre Rusia.
Los preparativos para la reunión continúan en la base militar y en Anchorage. La mayor ciudad de Alaska — 290.000 habitantes en el Estado menos densamente poblado de EE UU—, en plena temporada turística y con los hoteles a rebosar, no imaginaba hace una semana que su nombre pudiera quedar asociado en los libros de historia con el futuro de la guerra en Ucrania. Los dos líderes tienen prevista su llegada a Alaska a media mañana, hora local, y participar en una ceremonia de bienvenida antes de comenzar su cumbre, a las 11.30 (21.30 hora peninsular española, 15.30 en Washington). Ambos conversarán a solas, acompañados únicamente de sus traductores, antes de incluir en el encuentro a sus respectivos equipos. Se espera que, tras las conversaciones, Trump ofrezca una rueda de prensa, aunque no está claro si Putin también participará en ella.
“La mera celebración de esta reunión ya es algo beneficioso para Rusia, y no favorece en nada a Ucrania. Putin se ve legitimado sin ninguna concesión a cambio. Ucrania se ve presionada a hacer concesiones ya antes de cualquier negociación que pueda comenzar en Alaska”, considera Olga Tokariuk, del Centro para el Análisis Político Europeo (CEPA).
Desde el anuncio de la cumbre en Alaska, el republicano no ha dado detalles sobre el supuesto intercambio de territorios entre los dos países enfrentados, más allá de asegurar que será “por el bien de Ucrania”· Pero Putin quiere la totalidad de las cuatro provincias que ocupa parcialmente desde febrero de 2022, cuando lanzó la invasión a gran escala de su vecino. Sus tropas controlan por completo la provincia de Lugansk, un 70% de la de Donetsk, y en torno a la mitad de las de Zaporiyia y Jersón.
El mejor resultado posible para Ucrania, según Tohariuk, sería la falta de acuerdo entre Putin y Trump en Alaska. “Que no se imponga presión sobre Kiev para ceder territorio. Un resultado incluso mejor sería que Trump anunciase sanciones contra Rusia, pero de momento esas amenazas no han llegado a materializarse en ningún momento”, continúa.
Los europeos cruzan los dedos tras una semana de diplomacia de altos vuelos para persuadir a Trump de la necesidad de respaldar a Ucrania. Los aliados, que el miércoles se reunieron por videoconferencia con Trump, desearían unas verdaderas conversaciones de paz en las que también participe Ucrania.
En cualquier caso, el estadounidense necesita anunciar algún tipo de resultado de una reunión en la que se juega mucho de su capital diplomático… y su gran objetivo: ese premio Nobel de la Paz por el que la Casa Blanca hace una campaña cada vez más intensa. “Trump ha basado su presidencia en una actividad constante para demostrar poderío. Necesita que de Alaska salgan titulares, y una promesa de que esto va a tener continuidad en el camino a la paz. El cómo y el qué le interesan a él bastante menos que a Putin, a Kiev y a los europeos. Trump está jugando a ser un hombre de acción. Putin, a construir imperios”, concluye Jim O’Brien, del ECFR.
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Source: elpais.com