Ayuso se fue para volver en la Vuelta a España

Montañas y más montañas abrigaron la etapa de Andorra a Cerler, la inmensidad de los riscos, todo verde, infinitos árboles y algo de piedra caliza, sobre todo aire puro. También carreteras estrechas con puentes y riachuelos, pero sobre todo asfalto que mira hacia el cielo porque era una etapa sin grises, todo hacia arriba o hacia abajo, un verdadero tormento para las piernas. Una jornada, en cualquier caso, también propicia para las fugas como la anterior, sobre todo para los escaladores, capaces de mantener el pulso con el pelotón con la carretera empinada. Y, después de hacerse con el laurel en la etapa anterior, eso volvió a entender Jay Vine, de nuevo en la fuga. Sucedió, sin embargo, que en este caso lo hizo para , ciclista que en la jornada anterior, en la subida a Pal, decidió echar el freno y descolgarse de la lucha por la general, pero también guerrero que agitó de mala manera el recorrido de Andorra a Cerler.

Porque a la que la carretera tiró hacia arriba, Ayuso se levantó de la bici y arrancó en las subidas , un ver para no creer. Él contra el mundo. “Un corredor del Visma me había dicho que no me dejarían irme en la fuga, que todavía pensaban que podía luchar por la general. Así que decidí inmolarme en la primera subida e irme por patas. Pero en la primera hora de carrera, que la he hecho solo, he sufrido mucho”, reconoció el corredor. Pero una vez por delante, era cuestión de tiempo que todo se regulara. Necesitaba compañeros de fatigas si quería que la fuga tuviera oportunidades, y agradeció que en el descenso hasta 11 corredores le echaran el lazo. Entre ellos, claro, Vine, que volvía a las andadas. Aunque había más madera, corredores como Quinn (EF), Howson (Q36.5), Tejada (Astana), Frigo (Israel), Raul García Pierna (Arkéa), todos buenos con el piolet.

Pero ni con esas se inmutó el pelotón, de nuevo anémico ante los agitadores y , pues UAE ya tenía a dos hombres por delante y Visma, a lo Poncio Pilatos, se despreocupó de trabajar, que por algo el líder era Tréen, del Bahrain. Así que, entre subida y bajada de la montaña rusa del día, alrededor de un paraje pictórico con la postal del Lago San Mauricio de fondo, Ayuso y compañía seguían arañando segundos, incluso minutos, alrededor de cuatro con 50 kilómetros por cubrir. Lo mismo que cuando faltaban 20, señal de que por poco bien que ascendieran , 12,1 kilómetros con una pendiente media del 5,8% y rampas de hasta 14%, se llevarían el botín.

Entregado al ejercicio de retener el rojo, Bahrain persistió en su apuesta de tirar del pelotón, de hacer de perro lazarillo para todos. Pero su ritmo no bastó para poner en duda la etapa, para que el laurel no fuera para los fugados, toda vez que a las faldas de la última montaña la distancia rebasaba los tres minutos. Y ahí apretó de nuevo Ayuso, que le enseñó la matrícula a sus compañeros de fechorías. Latigazo y adiós, latigazo y hasta la gloria. mantuvo a todos en su radar, Ciccone, Almeida, Bernal y pocos más que se piden la vez en la Vuelta. Pero esa historia está por llegar. De momento, la que cuenta y la que se cuenta, es la del UAE.

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