En Gaza, tener claro por dónde caminar es una cuestión de vida o muerte. Los soldados israelíes, que abren fuego si perciben una presencia desconocida, controlan de manera directa más del 75% del territorio palestino. Además de ese control, las tropas consideran “zona de combate” varias áreas más del enclave, lo que provoca que los gazatíes tengan prohibido el acceso al 86% de la Franja.
“No hay ningún sitio en Deir al Balah que pueda albergar tiendas de campaña para más personas desplazadas”, ha coincidido Nizar Ayash, alcalde de ese municipio, en declaraciones a la prensa. “Lo mismo ocurre en otras zonas del centro de la Franja; esta situación llevará a un desastre humanitario”, vaticina.
En 2012, 11 años antes del inicio de la actual guerra en el enclave, un informe de la ONU alertó por primera vez de que la Franja sería un lugar inhabitable en 2020 si no se corregían los problemas que sufre la sociedad gazatí. Esa investigación, como otras que llegaron después, señalaba como claves el desempleo, las dificultades económicas y la contaminación, exacerbadas por un bloqueo que Israel defendía como necesario para impedir el rearme de Hamás y que el sector humanitario ya denunciaba como un castigo colectivo.
El pasado miércoles, casi dos años después del inicio del conflicto en la Franja, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lideró una reunión en Washington para pensar en “el día después” del enclave y buscar la manera de cerrar un acuerdo de alto el fuego permanente entre Israel y Hamás.
En febrero, Trump se mostró maravillado con el potencial de la Franja para la construcción de una ciudad de vacaciones si se deportaba a la población palestina hacia terceros países, algo que presentó como la única manera de que los gazatíes puedan vivir en paz. Desde entonces, varios miembros del Gobierno de Israel han secundado la idea aludiendo al derecho de los palestinos de acogerse a “una migración voluntaria”.
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Source: elpais.com