El primer ministro de Francia, François Bayrou, seguía el jueves en su despacho del Palacio de Matignon. Pero, como ocurre en esas situaciones rocambolescas y faltas de toda corrección política, sus colegas hablaban delante de él como si no estuviera presente, como si ya se hubiera ido. Su caída está tan descontada, que se ha vuelto invisible para la clase política y la opinión pública francesa. Su mandato concluirá el lunes, en la sesión parlamentaria que él mismo convocó para someterse a una moción de confianza que nadie había solicitado. Un suicidio político. Y ahora solo importa qué ocurrirá el minuto después: elecciones o un nuevo Gobierno. La novedad es que su sucesor en Matignon, después de ocho años, podría ser del Partido Socialista (PS), alumbrando así la primera cohabitación en más de dos décadas.
Macron pensó primero en proponer al actual ministro de Economía, Éric Lombard. Pero su vinculación con el PS queda ya muy lejos y es el autor del borrador de presupuesto que incluye los 44.000 millones de euros en recortes que han desencadenado la crisis. Por eso el jefe del Estado ha tanteado en los últimos días la hipótesis de nombrar a Olivier Faure, secretario del PS. Y el interesado, que se deja querer, ha anunciado estar “a disposición del jefe de Estado” para conversar sobre una posible entrada en el Gobierno, aunque reclamó “un Ejecutivo de izquierda”. Es decir, volver a barajar las cartas e incluir en determinados ministerios a miembros de su partido y del resto de la coalición del Nuevo Frente Popular, que ganó las últimas elecciones legislativas. El problema es que su estrategia y la de sus socios, especialmente de La Francia Insumisa (LFI), es muy distinta.
Macron necesita una solución rápida y efectiva que permita incluir al PS en en el juego. Aunque no está claro por qué dicho partido querría ahora arriesgarse a arder en el fuego de la fragmentación parlamentaria y la deuda pública (de 3,3 billones de euros, es decir, el 113% del PIB) cuando falta medio año para las elecciones municipales y menos de dos para las presidenciales.
La carta socialista, en cualquier caso, cogió fuerza el jueves por la mañana, cuando el presidente de los diputados de Los Republicanos (LR), Laurent Wauquiez, aseguró que el partido de derecha no censurará “ni a un Gobierno socialista ni a un Gobierno del RN” para evitar “una inestabilidad catastrófica”. “No formamos parte de aquellos que hacen caer gobiernos en este país, simplemente (…) porque pienso que la inestabilidad es catastrófica para el país”. El problema es que no todo el mundo en su partido piensa igual.
Mientras tanto, Bayrou tiene por delante un fin de semana más de invisibilidad política hasta su caída definitiva.
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Source: elpais.com