Este sábado unos 1.300 católicos del colectivo LGTBIQ+, fieles, sacerdotes y religiosas, familiares y simpatizantes, de medio centenar de asociaciones de 30 países, cruzarán la Puerta Santa de la basílica de San Pedro en un peregrinaje del Jubileo. Nunca había ocurrido en la historia de la Iglesia y será un momento crucial, de visibilidad sin precedentes de estos creyentes en la vida católica. En torno a medio centenar de participantes llegan desde España.
Es un gesto inédito, programado y aprobado por Francisco, el papa que abrió las puertas de la Iglesia al colectivo, pero que , a su estilo. Este lunes, el Papa recibió al jesuita James Martin, referencia en el mundo católico en la inclusión del colectivo LGTBIQ+ y cuya organización, Outreach, es una de las que participa en el acto del Jubileo. Al salir, Martin estaba emocionado: “Me ha conmovido escuchar el mismo mensaje que escuchaba a Francisco sobre los católicos LGTBI+, un mensaje de apertura y acogida”.
Para calibrar el significado de la iniciativa hay que pensar que en el año 2000, coincidiendo con el último Jubileo ordinario, se celebró en Roma el World Pride, algo que fue condenado y considerado una ofensa por Juan Pablo II. O que el 13 de enero de 1998 se quemó vivo en la plaza de San Pedro, para morir días después, el poeta gay Alfredo Ormando, para protestar por la demonización de la Iglesia hacia los homosexuales. O, más recientemente, que en las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) de Lisboa, en 2023, fue apedreado un grupo de representantes del Centro Arcoiris.
Ahora la imagen será muy distinta: más de un millar de fieles del colectivo LGTBIQ+ desfilarán el sábado a partir de las tres de la tarde con una cruz a lo largo de Via della Conciliazione y entrarán en la basílica, como han hecho durante este año jubilar muchos otros grupos católicos. Los promotores subrayan que no es un momento de reivindicación, ni una especie de Orgullo católico en San Pedro, sino un hecho espiritual y de participación. “Lo veo como un momento de reset, no para llegar enfadados. Nos dan la bienvenida, podemos volver a empezar”, afirma Previti. No obstante, en medios digitales ultraconservadores ya se han extendido mensajes alarmistas y se clama al cielo. De ahí que el Vaticano lo está gestionando con mano izquierda.
Lo cierto es que la aceptación de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia ha sido durante el pontificado de Francisco uno de los asuntos más controvertidos en el choque interno entre los sectores progresistas y conservadores. Tras la muerte de Jorge Mario Bergoglio, se impuso la incertidumbre sobre qué haría su sucesor. Si seguiría el camino abierto por el papa argentino o echaría el freno. Sergio Caravaggio, que peregrina esta semana hasta Roma con un grupo de 30 personas, entre ellos un sacerdote, confiesa que aún se lo pregunta. Habla al teléfono este jueves mientras recorre la última etapa, hasta Castel Gandolfo: “Espero que el Papa nos salude el domingo en el Ángelus”. Su grupo, que lleva una cruz con los colores del arcoíris, se unirá el sábado al resto de asociaciones, aunque ese día la que encabezará la marcha será una de madera, sencilla y sin emblemas.
En la Iglesia italiana se abre paso lentamente un acercamiento al colectivo: el primer acto en Roma este viernes, en la víspera de la entrada en San Pedro, será una misa a las ocho de la tarde en la iglesia del Gesú, el gran templo de los jesuitas, oficiada por el obispo de Cassano all’Jonio, Francesco Savino. Es vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana y uno de los prelados que se han destacado por su apoyo a estos creyentes. En la Iglesia católica española los apoyos públicos son muy minoritarios. Por ejemplo, el cardenal de Madrid, José Cobo, recibió en julio a Crismhom, comunidad de creyentes LGTBIQ+ de Madrid, y en agosto mandó un comunicado de apoyo a la asamblea de la Red Mundial de Católicos Arco Iris celebrada la ciudad. En él, les dijo expresamente que esperaba que el encuentro “sirva para disponeros con intensidad para entrar por la Puerta Santa”.
Escotorin forma parte de los amigos y parientes que acompañan al colectivo, y señala el desamparo que han vivido muchas familias creyentes cuando, de pronto, han sufrido la discriminación de sus hijos o hijas: “Se les derrumba el mundo porque eran parte de una Iglesia en la que sus hijos no podían estar”. También subraya la crisis personal de sacerdotes y religiosos gais o monjas lesbianas que no lo pueden decir, porque serían apartados, “aunque es algo que no tiene nada que ver con su vocación y estén de acuerdo con el voto de castidad”. En ese sentido, señala . “La visibilidad es importante para liberar de la presión emocional a las personas que viven con esto, porque esto genera muchísimos problemas de salud mental. Yo creo que si al menos cada católico fuera un espacio seguro para una persona LGTB, eso ya cambiaría todo, haríamos de la Iglesia y del mundo un lugar mejor”.
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
Source: elpais.com