La Comisión Europea ha dado este miércoles un paso sustancial frente a Israel por su guerra contra el pueblo de Gaza y su vulneración de los derechos humanos en el enclave palestino. El Ejecutivo comunitario ha aprobado un plan para suspender ciertos aspectos del acuerdo comercial entre la UE e Israel —que está en vigor desde hace tres décadas— y restituir los aranceles a bienes procedentes de ese país que hasta ahora disfrutan de un trato preferente en el club comunitario. La UE es el principal socio comercial de Israel en el mundo.
La propuesta del Ejecutivo comunitario, liderado por la alemana Ursula von der Leyen, pasa ahora a los 27 Estados miembros de la UE: necesitará el respaldo de una mayoría cualificada de estos para salir adelante definitivamente. No hay un plazo fijado para esa aprobación final.
Bruselas pone bajo el foco en particular, para llegar a esa conclusión, el rápido deterioro de la situación humanitaria en Gaza tras la intervención militar de Israel, el bloqueo a la entrada de ayuda humanitaria, la intensificación de las operaciones militares y la decisión de las autoridades israelíes de avanzar con el plan de asentamientos en Cisjordania, lo que socava, remarcan, aún más la solución de los dos Estados (palestino e israelí) propuesta por buena parte de la comunidad internacional.
Dentro del paquete de medidas de presión a Israel, la alta representante para la Política Exterior de la UE, Kaja Kallas, propone también, por primera vez, sancionar a dos ministros israelíes (el de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir), considerados extremistas. A ellos se plantea Bruselas imponerles una lista de restricciones (entre ellas, congelación de activos y prohibición de entrar en territorio comunitario) en la que ha incluido asimismo a varios miembros de Hamás y a un grupo de colonos israelíes violentos y organizaciones. Este es el punto más complejo: sacar adelante las sanciones individuales necesita la unanimidad de los Estados miembros. “El objetivo no es castigar a Israel, sino mejorar la situación humanitaria en Gaza”, ha remarcado Kallas en una rueda de prensa en Bruselas.
La iniciativa, así, no es solo simbólica sino también práctica y potente económicamente. Afecta a la UE (ya que también los productos europeos hacia Israel afrontarían aranceles) pero sobre todo a Israel, que tiene al club comunitario como su primer socio en este ámbito (supone el 32% de su flujo comercial). No obstante, el procedimiento político y legal que se requiere para paralizar ese acuerdo que Bruselas quiere usar como palanca de presión sobre Netanyahu puede convertir la medida en humo: el Ejecutivo comunitario pasa ahora la pelota a los gobiernos de los 27 Estados miembros, y en esa fase puede aparecer la dura oposición de República Checa, Hungría y Austria, que han sido los aliados más importantes de Israel en la UE hasta ahora.
Para que la medida salga definitivamente adelante hace falta una mayoría cualificada de países, esto es, se requiere el voto favorable de al menos el 55% de los Estados miembros (15 de 27) y que estos representen como mínimo el 65% de la población total de la UE. Eso significa que la postura de los grandes de la Unión, como Alemania, Italia y Polonia, será decisiva. Lo que haga Berlín, que se ha opuesto tradicionalmente a las medidas hacia Israel, es crucial y puede movilizar a otros socios. Roma también ha sido reacia hasta ahora.
“No vamos a especular sobre si habrá o no una mayoría cualificada. Creo que la presidenta ha sido muy clara al respecto. Asumiremos nuestra responsabilidad, ella asume la suya, la Comisión y el Colegio asumen la suya hoy y, por supuesto, esperamos que otras instituciones hagan lo mismo”, señala una fuente del Ejecutivo comunitario. Si la decisión sale adelante en el Consejo de la UE —por esa mayoría cualificada requerida de los Estados miembros—, Bruselas informará de ello a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y habrá que esperar 30 días a que entre en vigor, según precisa un funcionario europeo.
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Source: elpais.com