La mente humana es realmente asombrosa. A veces le cuesta retener detalles recientes, como lo que se dijo en una charla rápida de ascensor o lo que se cenó ayer; pero, al mismo tiempo, es capaz de atesorar recuerdos lejanos que en el momento parecían … carecer de importancia. Pero luego no se borran nunca. Y por algo será. En ellos puede aparecer usted, con unos dos años, en su cuarto sosteniendo un camión de demolición de color negro. O encontrarse a los cuatro, acompañado de su abuelo en una tarde nublada de primavera, observando una veleta que gira y gira al son que le marca el viento.
Actualmente, la iniciativa se dedica especialmente a ayudar a recuperar los recuerdos a personas que tienen alguna enfermedad degenerativa, como el alzhéimer o la demencia. Además, está muy volcada con la preservación de la cultura. El trabajo se realiza siempre en asociación con centros médicos, universidades, museos, ONG o investigadores. «Por ejemplo, ahora estamos trabajando con un grupo de investigadoras de la ciudad de Nueva York que están desarrollando un centro dedicado a la preservación de los recuerdos de las personas hispanas que habitan en la ciudad», señala Airí Dordàs, jefa del proyecto.
«Ha habido muchos recuerdos que nos han impresionado mucho y que han servido a este objetivo», señalan los miembros del equipo. En Dubái, por ejemplo, entrevistaron a un hombre de 72 años que recordó un juego de su niñez que consistía en apilar conchas. «En esa época en Emiratos Árabes eran muy pobres y era lo que tenían para jugar. La gente que estaba con nosotros haciendo traducciones de las entrevistas era mucho más joven y no conocían el juego de nada», dice Monfor. «El señor terminó emocionado. Nos dijo que había hablado muchas veces de ese juego con sus nietos, pero que hasta ese momento no había tenido ninguna forma de enseñárselo», apunta Dordàs.
Montserrat, en colaboración con su colega investigador César Ferri y con tres alumnos del máster de Inteligencia Artificial de la UPV, desarrollaron un software para ayudar los afectados por la Dana a recuperar sus fotografías. Hasta la fecha han tratado más de 10.000 imágenes diferentes. Y queda trabajo.
«El proyecto realmente nació en la Facultad de Bellas Artes de la UPV, que estableció un canal para recibir las fotografías, tratarlas e intentar recuperarlas físicamente. El proyecto se desbordó por la cantidad de solicitudes, y además se dieron cuenta de que muchas veces por el efecto del agua y del lodo la imágenes estaban demasiado dañadas, por lo que contactaron con nosotros para ayudar», señala Ferri.
Source: www.abc.es