Después de la tunda al Real Madrid, el Atlético siguió anoche de fiesta y en modo rodillo alemán ante el pintón Eintracht de Frankfurt. Un equipo que se presentaba con la amenaza de su fútbol frenético y desbocado y vivió con premura el estado de dulce que ahora atraviesan los rojiblancos. Un momento lúdico y arrollador en el que la finura con la pelota y la velocidad están acompasadas como pocas veces se ha visto en la era Simeone. El resultado, dos partidos consecutivos con cinco goles a favor.
Los futbolistas del Cholo pasaron por encima de su rival con velocidad y combinaciones de orfebrería, muchas de ellas por el centro de la frontal del área, zona vetada por cualquier defensa que se precie. La precisión y lo afilado de las paredes fueron la guinda preciosista del vendaval que desplegó el Atlético desde el inicio. A los cuatro minutos, Raspadori ya había ratoneado el primer gol; a los veinte, Julián Alvarez en dos ocasiones, Griezmann y Giuliano tirotearon a Kaua Santos; pasada la media hora Le Normand rebañó el segundo gol y en el 45 Griezmann empujó el tercero. En la otra portería, ni un rasguño de Oblak. De nuevo, un equipo redondo, que fue tan o más físico que los alemanes y, sobre todo, fue más punzante con la pelota. Partido finiquitado en medio tiempo sin que se apreciaran las rotaciones con respecto al derbi.
El tercer tanto llegó al borde del descanso. Fue una de esas internadas en la que Julián Alvarez le enseña la pelota a su marcador y le invita a medirse en velocidad. A nada que saca medio metro, La Araña se cruza y cuerpea y es complicado derribarle. Su centro atrás lo remachó Griezmann. Fue el gol 200 del francés con la camiseta del Atlético. Un tanto histórico para un icono que, como Koke, está dando un ejemplo de lo que debe ser la transición de un veterano hacia la rebaja de minutos.
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Source: elpais.com
