Agilizar la atención primaria, reforzar plantillas y despolitizar la gestión: recetas para evitar el colapso de la sanidad pública de Andalucía

La mayoría de voces coincide en que los retrasos en los avisos del cribado de cáncer de mama, que han provocado que decenas de mujeres enfermaran y otras murieran al desconocer que un tumor maligno recorría su cuerpo, es solo una ola en un mar de problemas que minan día a día el sistema sanitario andaluz: las demoras agudizadas en la atención primaria, las plantillas mermadas, la politización de la gestión sanitaria, las listas de espera eternas en cirugías y diagnósticos… La lista de deberes es enorme, pero entre las posibles soluciones sobresalen tres: más diálogo y transparencia, la despolitización de la gestión sanitaria y un cambio de modelo hacia la prevención en vez de la actual curación en los hospitales. Para abordar la tarea, los expertos le piden a la Junta “valentía”.

La Junta andaluza se ha esforzado siempre, tanto en la etapa socialista como con el PP, en ofrecer una imagen de eficacia, con bajas demoras. Ahora cada día más andaluces se percatan de que la realidad no encaja con el relato de la Administración, censuran al unísono la decena larga de testimonios recogidos.

Zapata advierte a la Junta de que si de verdad quiere darle un vuelco a la sanidad, debe revalorizar el papel de la atención primaria: “El desprestigio es evidente y por eso hay plazas desiertas de médicos de familia. ¿Cuántos se han ido a la privada porque no aguantan las condiciones?”. La Consejería ha renovado conciertos millonarios con la privada cada año con la esperanza de reducir las listas de espera, que siguen entre las peores del país. “Los conciertos no solucionan las listas de espera porque no controlan la demanda, sobre todo cuando se concibe la atención sanitaria como un bien de consumo más”, zanja.

En esta línea, Antonio García, profesor de Economía de la salud en la Universidad de Málaga, pide reducir “la burocratización” y más autonomía a partir de ahora para ganar agilidad, como sucedió durante la pandemia, cuando la buena gestión clínica del proceso y los protocolos especiales fueron abordados por los médicos y no por los gerentes. “Pasar de la macro a la microgestión”, ejemplifica.

El colectivo Marea Blanca, responsable de las manifestaciones más sonadas por la sanidad pública y una reciente Iniciativa Legislativa Popular en el Parlamento con 57.000 firmas, destaca la necesidad de que las plantillas crezcan. “Andalucía necesitaría 18.000 profesionales más para igualar, simplemente, la actual media estatal, y sacarla de los últimos puestos en la mayoría de indicadores de calidad del sistema sanitario”, subraya su portavoz, Juan Monedero. Este colectivo recomienda a la Junta recuperar la subasta de medicamentos que Moreno fulminó al llegar al poder, ya que la factura farmacéutica se ha disparado hasta los 4.200 millones este año, un sapo difícil de tragar para el PP andaluz.

La consecuencia será que a nivel político el problema mutará a estructural. El dolor de cabeza no acabará tan pronto para el Gobierno andaluz, que necesitará nuevos planes de choque, tan habituales desde la Consejería de Salud y Consumo para apagar fuegos. Y muy posiblemente el presupuesto en sanidad para 2026 de Moreno crecerá varios miles de millones desde los 15.000 actuales si el presidente pretende que la mejora se note antes de las urnas. Marea Blanca estima que debería aumentar 5.000 millones al año para paliar el daño que los recortes de la crisis de 2008 han hecho, cifrados en 19.000 millones desde 2010.

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