El zumbido de los drones que volaban sobre la multitud para tomar imágenes fue lo único que se oyó este sábado a partir de las 11.52, y durante 16 minutos, frente a la estación de Novi Sad. A esa hora, un año atrás, morían 16 personas al derrumbarse la marquesina en una infraestructura ferroviaria que acababa de reformar dos empresas chinas con subcontratas serbias. Gran parte de la sociedad registró ese hecho como una consecuencia lógica de años de corrupción y falta de transparencia. Todo un símbolo. Por eso, la conmemoración del primer aniversario estuvo cargada de mensajes muy claros de rechazo al Gobierno, sin necesidad de pronunciar palabras desde el estrado ni exhibir pancartas.
Por encima de muchas cabezas destacaba el jugador internacional Vladímir Stimac, de 2,11 metros, que saludaba a sus seguidores: “Este Gobierno de Vucic quiere dividir a la gente sembrando el odio. Pero somos un país multiétnico. Y los estudiantes han sabido unir a la gente”.
Novi Sad es una ciudad apacible, atravesada por el río Danubio en su camino hacia el mar Negro. Abundan las grandes avenidas arboladas, los carriles bici, los gimnasios y las motos eléctricas. Sus más de 300.000 habitantes, muchos de ellos jóvenes, tienen fama de gente tranquila. Y, sin embargo, es bajo esta calma aparente donde comenzó el germen del cambio.
Como tantas otras semanas, el viernes, antes de la manifestación, a las 11.52 de la mañana, decenas de ciudadanos bloquearon varias carreteras durante 16 minutos. En una de ellas estaba Nomir, de 47 años, profesor en el colegio Mihajlo Pupin. Este docente, igual que otros entrevistados, prefiere ocultar su apellido. “En este país vivimos en la oscuridad, con la mayoría de los medios en manos del Gobierno. Pero tenemos que ganar esta batalla. Si no, ¿qué será de nuestros hijos? Se tendrán que ir todos fuera”.
Los estudiantes reclaman elecciones anticipadas. Las últimas legislativas las ganó el SNS del presidente Vucic, con el 48% de los votos, y las siguientes están previstas para 2027, año en que el Gobierno prepara . Pero ese es un plazo demasiado largo para muchos.
Jelena, una estudiante de cuarto curso de Derecho, de 22 años, dice que “ya no hay marcha atrás” en la lucha por la caída del régimen. Es lo mismo que opinan todos los consultados, con palabras similares. “Mi madre murió sin encontrar trabajo porque no pertenecía al partido, al SNS. En este país hay mucha gente en puestos de responsabilidad que no está cualificada. Los fiscales y jueces tienen las manos atadas para llegar al fondo de los asuntos. Pero Vucic está cada día más débil”.
La organización del homenaje a las víctimas ha sido un prodigio de eficacia. Muchos estudiantes llevaban chalecos amarillos para ayudar al resto de asistentes. Y veteranos de las guerras de los noventa, con sus icónicas boinas rojas, se encargaban de la seguridad.
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Source: elpais.com
